lunes, 26 de enero de 2009

Contigo y sin ti

Desde siempre he querido hablarte, no como siempre hablábamos, sino hablarte en serio, de mí tal vez, de cómo ha pasado el tiempo y cómo todo ha conspirado en contra nuestra.
No sé porqué no me doy cuenta que, al final, debía ser así. Tu rol en la vida es ir y venir, no puedes quedarte en un sitio más de cinco años, y yo te entiendo, porque así has sido desde el día en que naciste, pero no sé porqué me cuesta aceptarlo todavía.

Es casi una tortura acordarme de la primera vez que te vi, distante del mundo con tu I-pod, probablemente pensando, ¿Qué hago aquí? Estabas parado en la baranda del colegio, en el salón que decía "Cuarto de secundaria", era nuestro primer día.
Debo decir que no me impresionaste nada, me pareciste uno más de la camada, por eso no te saludé y entré a la clase sin más ni más. Te sentaste al fondo como queriendo aislarte de todos, pero un compañero se sentó contigo y te quitó ese propósito.

Creo que yo no te caía porque te parecía que hablaba mucho y me reía todo el tiempo, algo que tú jamás hacías y no lograba entenderlo. En los recreos te reías de algunas cosas que decía y no podías creer lo rápido que nuestros amigos te acogieron, hasta te asustaba el hecho de volver a verte rodeado de gente. Un día me contaste que habías vivido cinco años en Estados Unidos y tenías una enamorada allá que decías querer mucho, aquella rubia judía a la que nunca vi, pero debo decir que llegué a conocerla mucho, su falta de carne y hueso en mi memoria no fue un problema para averiguar quién era en realidad.

Una mañana la profesora te sentó conmigo, noté la incomodidad en tu rostro y creo que tú pudiste percibir la mía. Nos resignamos a escribir, pero tú sabes que no puedo estar callada mucho tiempo, y empecé a hablarte de cualquier cosa que se me ocurría. Te decía que miraras la ropa de la China, parecía que la recogía en esas donaciones de Iglesia, tú me correspondías en todo lo que decía, empezamos a reírnos de todo, nunca conocí a alguien que se riera de todo lo que decía, tú eras el único tarado.
Sin darnos cuenta nos hicimos amigos, te invité a una reunión en mi casa en la que me ayudaste cuando vomité reiteradas veces y tú solo podías reírte de mi estupidez, sabías que el alcohol y yo no congeniábamos.

Luego empezaste a salir con M... la chica que yo más odiaba por un conflicto pasado, pero no te dije nada porque no quise meterme en tus decisiones, solo te advertí que le dijeras la verdad, que tú ya estabas con la rubia y que vivías en una poligamia constante.
No me hiciste caso y tu relación con M... terminó bastante mal, pero tú y yo nos hicimos más cercanos cuando tu mamá te echó de casa y viniste a la mía porque no tenías otro amigo que pudiera ayudarte. Esa llamada nos cambió la vida, nos volvimos inseparables, casi siameses, nos veíamos a diario en el colegio y todos los fines de semana salíamos tú, D... y yo.
Me destruyó la química que tenías con D..., yo pensaba que era porque tenías enamorada pero luego me di cuenta de que no.

Tal vez cometí el error de confundir mis sentimientos, solo éramos amigos, y créeme que me hubiera convenido no sentir nada por ti, pero eso no lo controlo yo, mi querido.
Me preocupaba demasiado por ti, por tus adicciones, por tu infelicidad y me mataba pensando porqué no te dabas cuenta que aquí en Perú tenías un hogar con gente que te quería, porqué no veías más allá de ti y empezabas a pensar en los demás.
No puedo entender cómo sufría yo por verte feliz, pero tus problemas crecían y mis intentos resultaban insulsos, tú sabes que lo intenté porque en un momento pensé que tú eras todo, yo que no soy romántica en absoluto llegué a considerar el amor como una más de mis opciones, pero aceptémoslo, nunca he tenido la mejor de las suertes y tú me lo hiciste saber.

Creo que dejar de verte ese verano del 2008 me hizo bien, el pecho ya no se me entumecía como antes y la resignación no me perseguía como cuando quería ayudarte. Pero tenías que volver y arruinarme esa serenidad, si pensaba que el año pasado había sufrido, no se comparaba para nada con todo lo que iba a tener que soportar. Llegaste rehabilitado, dispuesto a ser otra persona, y yo te seguí queriendo cada vez más, como nunca antes, podría decirse.
Era el último año de colegio y nos sentamos juntos como siempre y jugábamos, nos molestábamos, cantábamos, hablábamos de todo, pero siempre aparecía un mensaje en tu celular de tu enamorada la rubia, recuerdo que ese zumbido me devolvía a la realidad, me decía que dejara de intentarlo, que nunca iba a pasar y yo todavía no podía entender.

Me fui a Francia y tú te quedaste, debo admitir que estaba tan metida en esa cultura que llegué a olvidarte, no quería volver aquí porque el panorama que me esperaba era terrible, la realidad me iba a despertar de un golpe en la cara, el colegio, tú, los amigos que decían extrañarme y otra vez tú.
Volví de todas maneras y te vi, me abrazaste, fuiste ese día a mi casa para que te contara de mi viaje, pero al frente tuyo no podía acordarme de nada, me dí cuenta que el día en el cual dejara de verte podía morirme en serio, que ni estando en otro continente podría dejarte de lado por completo.
En fin, ese día llegó y no me morí, heme aquí, ¡Cómo lloré el día de tu despedida! Me abrazaste por última vez en la puerta de mi casa, y te fuiste por siempre, de verdad te fuiste y yo no podía creérmela aún hasta que por masoquismo ,pasé por tu casa y no te vi por la ventana de tu cuarto, en ese momento entendí que habías cerrado ese capítulo y decidí c0ntinuar una nueva vida.

Ten en cuenta que eso no significa que te olvidaré, es más, sonará estúpido y cliché, pero te voy a querer toda mi vida, queridísimo H..., Siempre estarás literalmente ahí, en cada vestigio de mi alma hay un asiento vacío para que te sientes a mi lado cuando quieras hacerlo.

domingo, 25 de enero de 2009

Domingo


¿Por qué tiene que existir este día? Se puede decir que no hay nada que me deprima más que un domingo por la tarde, no sé si por que termina una semana o empieza otra, o tal vez porque hace muchos años, un día como hoy significaba alejarme de mi felicidad por tres días.

No se entiende mucho a qué me refiero exactamente, ¿Verdad? Pero podría decir que todo se debió a la bendita custodia compartida.


En serio, si hubiera una manera de saltar este día lo haría sin pensarlo, pero a fin de cuentas, pasa más rápido de lo que parece, sin notarlo, ya es lunes.

Todo lo malo que hice y todo lo bueno que no disfruté se refleja en cada pensamiento dominical y solo puede terminar al día siguiente.


Creo que sin darme cuenta he desarrollado un trauma, pero todo el mundo tiene uno y seguro hay unos con más razón que otros, aunque todos tienen validez en el ámbito personal.

Por ejemplo, escuché una historia medio bizarra de una señora cuya vida era prácticamente perfecta, había llegado a los cincuenta años, tenía dos lindos hijos y un maravilloso esposo. Parece que éstas dos cualidades no lograban que superara el miedo que más la atestaba: Salir a la terraza de su casa, ya que desarrolló un terrible trauma a que una ventisca de aire se la llevara volando y nunca más pudiera regresar.


Sí, nunca salía de su casa cuando había viento, nunca disfrutaba de una agradable tarde en su terraza y jamás hacía paseos. A simple vista parecerá algo ridículo, pero esto se desarrolló cuando era muy pequeña y, según me dicen, un huracán se llevó la vida de su nana, la persona a la que ella más quería. Desde ese momento no pudo enfrentar la vida con normalidad, y eso le quitó gran parte de su vida.


A su costado, mi "trauma" dominguero es un chancay de cincuenta céntimos y lo admito, pero aún así, me tortura como nadie se imagina y solo me queda cargar esta cruz. Estoy segura que Dios no hizo un séptimo día para que el hombre descansara, y si así fue, no es hoy.

sábado, 24 de enero de 2009

Mundos paralelos



Normalmente no me despierto temprano un sábado, y menos aún un sábado por la mañana. Prendí la tele para ver si había algo que valiera la pena para pasar el tiempo y empecé viendo "Dientes de Lata", sí, esa serie de la chibola que escuchaba la radio con sus brackets. Me entretuve pensando en las épocas en las cuales yo usaba brackets, y me dió algo de risa porque jamás recibí una transmisión radial por la boca. Después, acorde con la programación del fin de semana, pasaron "Qué raro", una serie que habla de un adolescente cuyas experiencias con lo paranormal le dan una complexión más exacta de nuestro mundo.

Pasaron un capítulo que yo considero uno de los mejores que he visto en mi vida, se trataba del mundo paralelo que coexiste junto al nuestro, donde las decisiones que no tomamos en la vida diaria son otras en la dimensión paralela a la nuestra.

Es algo difícil entenderlo si lo explico con tanta frialdad, por ello pondré un ejemplo algo más específico:

Imagínense que tienen que ir al colegio o a la universidad, pero justo ese día no les provoca para nada la idea de salir de su casa, están demasiado abatidos o perezosos para pensar y solo quieren un día para dormir. Es un debate que seguro muchos han tenido una mañana a las 7 am, y solo una elección, ¿Voy o no voy? En este caso eligen ir, tienen un día normal algo tedioso por su estado de ánimo, pero nada fuera de lo común, esa sería la decisión de uno de los mundos.

La otra decisión tomada en el mundo paralelo, podría ser la de quedarse ese día en su casa y eso es lo que hacen. En ese momento, aparecen sus madres a decirles ¿Por qué demonios faltaste, chiquito irresponsable? Y terminan tan castigados, que se pierden la fiesta del sábado donde el chico/a que les gusta supuestamente les iba a pedir que fueran sus enamorados/as.

Sí, pequeñas decisiones como levantarse en la mañana pueden ser tan trascendentales que camibian toda una vida por completo, pero uno nunca puede darse cuenta si para bien o mal ya que no tienen contacto con el mundo paralelo, lo peligroso sería si esos dos mundos convergen ya que la estructura espacio/tiempo a la que estamos acostumbrados se revertiría haciendo solo un mundo, sin incluirnos necesariamente.

Imagínense llegar un día a sus casas y encontrarse con ustedes mismos sentados en su cuarto viendo televisión o leyendo un libro, sería algo completamente irreal, ¿Cierto? Pero ¿Hasta qué punto podríamos probar que esto es completamente verdadero? Es simple, ojalá que jamás podramos hacerlo, o nos veríamos un día con todas las decisiones erradas o correctas que no tomamos en nosotros mismos, y creo que es mejor no pensar, ¿Qué hubiera pasado si...?

jueves, 22 de enero de 2009

Conversaciones en el Larcomar

Hoy es uno de esos pocos días en los que uno siente que la vida se convierte en una experiencia genial. Me gustaría comenzar aludiendo a mi queridísima amiga Iyari, con quien salí hoy día y básicamente hablé de todos los tópicos, el amor, los amigos, la sociedad, la gente, los chicos, las chicas, los cafés, Lima, Europa, Miraflores, Surco y de los sueños extraños que te acosan de cuando en cuando.

Pero la conversación que más me capturó de todas fue la que tuvimos sentadas en una banca del Larcomar-antes que un guachiman nos interrumpiera, claro está- que hablaba de los sueños. Me contó uno que me capturó al instante por la belleza de la imagen. Trataba de ella llendo al Kinder con un vestido rojo de lunares blancos y, de pronto, veía un arcoiris que aparecía de la nada absoluta con un montón de roquitas que se movían dispersas como deseando vislumbrar aquel milagro. Lo gracioso de este sueño es el vestido rojo de lunares que llevaba puesto, debido a que sin darse cuenta, ella abrió un día el armario de su mamá y encontró esa misma prenda como salida de su imaginación.

Yo también tuve alguna vez un sueño que recuerdo con mucho regocijo, creo que me siento capaz de compartirlo. Estaba simplemente yo, en una casita de madera rústica y perfecta, un montón de amigos que nunca he visto tocaban la puerta, y yo les abría.
Habían subido por una escalera de rocas y entraron a mi casa con mucha naturalidad, como si hubieran estado ahí antes y yo los hacía pasar a mi cuarto que tenía una ventana y un balconsito. Por la ventana podía ver una selva frondosa, llena de vegetación, árboles, flores, plantas y no sé porqué también animales de todo tipo, y por el balcón podía ver una playa de piedras cuyas olas desembocaban en la orilla de una manera casi poética.

Al despertarme, me di cuenta que esas imágenes maravillosas eran simples recopilaciones de mi inconsciente. Por ejemplo, la selva frondosa era Chanchamayo, el camino que lleva hacia una catarata cuyo nombre no recuerdo, la playa que veía desde el balcón era el balneario de Niza que visité en Francia, los amigos eran personajes de una serie de Boomerang llamada "Blue Water High Escuela de Surf" , y la escalera de rocas era de la entrada de mi antigua casa en Monterrico.
Todas las imágenes juntas hacen para mí el paraíso terrenal, el lugar en el cual deseo ir cuando muera, le he puesto un nombre que es "Poema de flores".

Lo que más une a los seres humanos es la imaginación, que representa el arma más poderosa, puede crear seguridad y a la vez destruirla, puede lograr todo pero también nada, puede volverte loco si te absorve y creativo si la exprimes, básicamente puede lograr lo posible dentro de lo imposible.
Es así como yo creo que cada persona tiene un mundo especial al cual va cuando quiere, dentro de cada alma hay un "Poema de flores" esperando para ser descubierto.

martes, 13 de enero de 2009

Renuncio a los sentimientos

Estoy casi segura de que existe la conciencia, sino no me estaría apuñalando el diafragma de esta manera. La cosa no es tan simple como parece, no es solo cometer un mal acto y dejar que el tiempo decida, porque en fin, si uno no tiene sentimientos las cosas serían sencillas pero le quitaría el gusto a vivir. Entonces, ¿Cuál sería la solución? ¿Dejar de hacer cosas malas? No, me niego a eso, necesito cometer esos errores por mi bien.

No sé la verdad, creo que no hay una solución divina para la culpa, pero igual quiero tratar de no sentirme culpable por nada de lo que haga . C¨est fini! desde ahora y para siempre no sentiré culpa, me entrenaré para ello. Pero en serio, ¿Será posible eso? Si se puede entrenar a los perros para hacer lo que uno quiera con un pedazo de comida, podría haber una remota posibilidad de que mi plan funcionara.

Por otro lado, dejar de sentir culpa, me llevaría a hacer cosas muy estúpidas o muy terribles en el peor de los casos, ya que como leí la otra vez en uno de esos libros antiguos que tiene mi mamá, el no sentir ni piedad ni culpa es una de las teorías puestas a práctica de los nazi, y, como no quiero ser la próxima Furer será motivo para que vuelva a sentir.
Ahora que recuperé mi sensibilidad, estoy sintiendo una aguda preocupación ya que hace casi un día que no sé nada de mi mamá y como que en este país no hay seguridad alguna que me garantice que ella está bien.

Por el momento no debo preocuparme, lo sé bien, pero igual siento la maldita opresión en mi pecho. ¡Ah, no! Ya me llamó esta mujer y me confirmó dónde es que está, rayos, ¿Cuál es el afán de preocuparme de esta manera? Porque en serio estaba muy preocupada, pero ahora estoy bien, ya me tranquilicé y volví a mi regular estado de ánimo: no worries.
Ahora estoy filosofando acerca de posibles maneras para frenar un poco mi aburrimiento, que es algo a lo que sin duda renunciaría a sentir, pero en fin, todo existe por algo, al menos eso es lo que dicen. Si no existiera el mal, no existiría el bien, si no existiera la tristeza, no existiría la felicidad, y me figuro que si no existiera el aburrimiento, no existiría la diversión. Así que como pueden ver de esta manera tan fatua, todo está conectado como por pequeños significados.

Ya, es en este momento del día en que llego a las conclusiones que me planteo cuando escribo, y hoy solo tengo dos, y una de ellas no tiene nada que ver con lo que he puesto, pero me parece interesante ponerla, total, yo domino este espacio de la Internet:

1. Es importante recordar que sentir nos hace humanos, sino sintiéramos lo más probable es que nos halláramos sin un rumbo definido, tal como el robot del Mago de Oz que quería hallar un corazón.

2.Nunca le des las llaves de la casa a tu mamá o te verás en una situación de impotencia entre resignarte a quedarte aburrida y segura en tu casa o salir y enfrentar una noche en la calle.

Finito.

domingo, 11 de enero de 2009

Entre comillas

Las cosas que uno hace por el simple hecho de ser joven y querer vivir la vida "al máximo", pueden justificarse por la falta de experiencia y madurez que se adquiere al crecer.
En cierta forma, todos somos vulnerables, sobre todo si la curiosidad y las ansias son las fuerzas motrices de nuestro cerebro. Digo todo este rollo de libro de autoayuda porque yo no me la creía hasta ayer, siempre pataleaba cuando mi mamá me recortaba un artículo del períodico sobre los comportamientos adolescentes, o cuando mi papá me mandaba mails acerca de las drogas, el alcohol, el sexo y demás cosas que no sé porqué siguen siendo planteadas como tabúes.

Yo no lo veo así, tengo otra manera de ver esos temas un poco más compleja y amplia, algún día la plantearé, pero ahora quiero llegar a mi punto inicial para no "divagar" en otros asuntos.
En fin, un acto adolescente que cometí ayer me dio muchísima felicidad y la pasé muy bien, me reí, pensé muchísimo y llegué a Neptuno (una residencial por si acaso), pero también tuve miedo, y puede decirse que fue una de las situaciones más traumáticas para mí hasta ahora.

Estuve caminando por todos los parques de La Molina con dos amigos y hasta ese momento estábamos felices-bueno, por lo menos ellos porque yo estaba pensando en algo que hace tiempo que ronda mi cabeza- hasta que, al acercarnos a la casa de mi amiga, vimos un carro como cualquier otro que estaba estacionado al frente de nosotros y un individuo, cuyo género no pude definir debido a mi estado, que nos observaba. En ese momento yo no me daba cuenta de las cosas hasta que escuché la voz de alguno de mis amigos diciendo "¡Corran!" y yo solo pude hacerle caso.
Yo no lo creía, pero el carro nos siguió casi la mitad del camino hasta que ya no teníamos donde meternos y mi amigo nos dijo que nos escondiéramos detrás de unas plantas, y eso fue lo que hicimos. El carro estaba parado ahí, esperando para que saliéramos de alguna calle, pero no lo hicimos, estoy segura que fue un milagro que no nos hubiera visto porque sino puede que yo no estuviera escribiendo esto un dí después.

Después de que nos aseguramos que el carro ya no estaba, salimos de nuestro poco particular escondite y yo, todavía con el corazón y la mente oprimidos, reflexioné sobre lo que acababa de pasar y escuchaba a mi amigo decir "¿Con cuántas personas te pasa esto?" obviamente no me tranquilizaba en absoluto, pero comprendí a lo que se refería.
No hablé mucho hasta el final, que sentía un vacío en mis arterias y mi incierto equilibrio me obligaban a concentrarme en el camino. Me imaginé en mi primera casa allá en los Álamos de Monterrico cuando era pequeña, caminando por el pasadizo que llevaba de la terraza al jardín más bello del planeta y después al cerrito donde jugaba con mi hermano.

Tuve una buenaproporción de esos flashes y me di cuenta de cuánto añoro esas épocas, esa despreocupación, esa tranquilidad que me proporcionaba la infancia y ahora me veo hecha un manojo de dudas, pero es parte de crecer, o eso dicen.
En este punto, yo ya estaba en un taxi lléndome a mi casa y soñando despierta con un avión que daba vueltas y vueltas a mi alrededor y yo no sabía si abordarlo o si quedarme. Al final creo que si lo llegaba a abordar y el rumbo era a Londrés sino me equivoco y no tenía idea porqué rayos me iba a ir a Inglaterra hasta que llegué a mi casa.

Me quedé dormida muy rápido, realmente no pensé nada como lo hago usualmente antes de dormir, también me desperté muy rápido, mis pensamientos fueron abruptos casi como cuando te dan una mala noticia, no digo que hayan sido malos, pero así los sentí en el momento.
Hasta ahora ha sido un domingo bastante rutinario, no he hecho nada fuera de lo común, vi tele, almorcé con mi papá, tuve una conversación relativamente completa con mi hermano, mi mamá me hizo la cena y continué leyendo "Jane Eyre".

La verdad, nunca sabré lo que es un domingo fuera de lo normal hasta que lo viva y creo que nunca lo he hecho, son decenas de rutinas a las que estoy acostumbrada y acabo de terminar la más eterna de todas: el colegio.
No pensé que llegaría el día en el cual no tendría que levantarme un lunes a las 7 y ponerme el dichoso uniforme azul, blanco y rojo (como la bandera de francia) para entrar en el portal azul y dirigirme a cantar el himno nacional además del de Francia todos los lunes. Se acabó.

Parece que lo dijera como si estuviera dichosa de acabar esa etapa, y lo estoy, no del todo porque ahí al menos me sentía segura, estaba toda esa gente que veía a diario, más que a mi familia incluso, que ahora ya no veré de esa forma. Muchos se han ido, es difícil perder amigos que tanto quieres, y por eso me gustaría dedicarles un par de oraciones a Héctor y a Berenice quienes se fueron a vivir a E.E.U.U y a Bélgica respectivamente.
Ambos me cambiaron de una manera que nunca voy a olvidar, me hicieron madurar, me hicieron creer en lo que nunca creí e hicieron de esta etapa un juego en el cual nunca perdía porque los tenía peleando a mi lado como un complemento esencial en mi vida.

Ahora que ya no están, no me siento sola ni desportegida, tengo más personas luchando a mi lado, pero constantemente me robarán una sonrisa cuando cante cumbia o pase por el malecón de Miraflores donde se materializan todos nuestros recuerdos.
Creo, sino me equivoco, que he divagado demasiado por hoy, es más de lo que usualmente escribo y mejor lo dejamos así porque parecerá que no tengo nada que hacer, y bueno, no me culpen, es domingo.

sábado, 10 de enero de 2009

"Papelito manda"

Tuve una interesante clase de Redacción en la academia en la cual leí acerca de los nobles italianos y cómo es que viven en la actualidad.
Pues bien, en primer lugar ya no existe la nobleza en Italia desde hace aproximadamente 57 años y esto deja a todos aquellos condes, duques, barones y otros seres con títulos, como eso mismo, "títulos".

Me hizo pensar en circunstancias que no suelen ser muy relevantes en mi mente, como por ejemplo en los títulos o documentos que acrediten algún asunto de cualquier persona, en las identificaciones que usamos a diario y no sé porqué en los diplomas de colegio.
Si nos damos cuenta, somos solamente una pila de papeles que conforman prácticamente todo lo que hemos hecho en la vida.

Hasta ahora yo me presento en la sociedad como una "alumna que finalizó la secundaria" porque demonios, eso dicen mis papeles . Y claro, hay personas que se presentan ante el mundo como "bastardos", "huérfanos", o cualquier otro título que puede ser degradante para ellos, y sino es degradante los hace sentirse superiores ante las personas que no lo poseen.

Sé que es inútil quejarse por las identificaciones que tenemos, ya que solo son papeles y tinta, pero bueno, al fin y al cabo lo que realmente importa es que no podemos dejar que dominen nuestras vidas. Podemos tener más experiencia que un doctor, más inteligencia que un filósofo, más conocimiento que un historiador y más habilidad que un matemático, pero por más que nos duela, en nuestra sociedad, "Papelito manda".