domingo, 26 de abril de 2009

Estrellitas y duendes



No sé exactamente qué puede ser.

La verdad es que no quiero averiguarlo tampoco, solo me dejaría más estática y me confundiría más de lo que ya estoy.

Cada vez que escucho esa y otras canciones pienso inevitablemente en ti, en tu voz tal vez y en que eres tan platónico e irreal que casi duele.

No hay mucho qué decir, en verdad no hay nada qué decir porque no puedo hacer nada, es como haberse tragado una hierba venenosa sin saber lo que era y resignarse a morir lentamente.

Así estoy yo pues, inmóvil, asustada, impotente e ingenua ante esto que me golpeó en la frente y me paralizó, creo que ya no hay vuelta atrás.

Es definitivo, inanegable e irrefutable lo que siento, pero quisiera tal vez que te esfumaras del mundo o que por lo menos yo no te hubiera conocido, me traes demasiadas complicaciones y no quiero más por ahora.

Tú, todo tú me deprime, me da cólera que me hables y a la vez me pierdo en cada sílaba que evocas.

Que no sea lo que pienso que es, porque si es así no podría conmigo misma, juré nunca más sucumbir tan fácilmente, es más, creo que escribí acerca de eso.

Pero las palabras perdieron todo significado contigo, cuando me acuerdo de todo, de lo poco y de lo mucho que me has dado y tengo más miedo del que imaginas aunque no creo que pienses en mí en lo absoluto.

Por ahora no me queda otra que dejarte de lado por completo, no sé cómo explicarlo ni nunca sabré, pero es como una especie de nudo en el estómago y una sensación de torpeza mayúscula la que me invade cuando estás cerca.

Verás que puedo sobreponerme, no soy tan fácil ni tan manipulable.

Lucía María Teresa R. M

Me desperté en tu casa como siempre lo hago, recorrí las habitaciones que tú caminabas, me senté en el comedor donde comías y me volví a dormir soñándote.
Hace muchos días que pienso en ti, una vez soñé que me hablabas ¿Sabes? De tus viajes a Europa, de tu ropa cara y tu esposo perfecto y yo escuchaba como hipnotizada porque siempre quise saber más de ti, aunque nunca pude.

La verdad es que soy una mala persona, nunca estuve ahí y siempre te ignoraba porque nunca aprendí a valorar a la familia, en cierta manera nadie me enseñó a hacerlo y tú siempre lo reprochabas diciéndome que me iba a quedar sola, pero te aseguro por lo que alguna vez fuiste para mí, que no me quedaré sola, aprenderé todo lo que no aprendí.

No sé qué más decirte, he intentado escribir, inmortalizarte de alguna forma, pero estás tan presente que me es imposible pensar en ti como un ente, como un ángel.
Todo se vuelve intrascendente y equívoco cuando me doy cuenta de todo y no sé porqué todavía se me quiebra la mirada cuando imagino tu voz ronca, tus maneras tiernas y exasperantes, tus ojos vidriosos y tu vaso de whisky "on the rocks".

Nunca-y en verdad es un "nunca" definitivo- sabré exactamente lo que significaste en mi vida, o si yo he vivido lo suficiente, pero las circunstancias me enseñaron a sobreponerme, a ser yo misma, a mirar siempre de frente y nunca mirar abajo, pero sobre todo, creo que nunca lo superaré y me costará tres órganos de mi cuerpo confesar que te extraño. En fin, creo que eso lo sabes, siempre te lo digo en silencio, pero no en voz alta, porque no tengo el valor.

domingo, 12 de abril de 2009

Semana Diabólica

Nunca entendí porqué la semana santa, una supuesta celebración Católica que se enfoca en engrandecer a Jesús, termina siendo un motivo para una juerga segura.
No digo que esté mal, ya que yo también la aprovecho de esa manera, pero últimamente he pensado en estas fiestas que inician con un propósito pero van evolucionando conforme la sociedad se transforme.

Otro ejemplo claro es la Navidad, inició sino me equivoco como un tributo a San Nicolás y terminó convirtiéndose en un pretexto capitalista cuyo objetivo es llamar la atención de las masas con productos de costo barato para regalos.
Esto nos podría dar un claro indicio de que el "espíritu navideño" no es más que una tarjeta de crédito gigante. "Es mejor recibir que comprar" podría ser el nuevo refrán para las siguientes navidades.

Puedo afirmar que nada me irrita más que el Día del padre o de la madre cuando salen las propagandas de electrodomésticos (creo que no han entendido que estamos en el siglo veintiuno), o las de ropa para ejecutivos, como si la sociedad se amoldara simplemente a dos roles: El empresario y el ama de casa.
Digamos que también tiene un sentido familiar, pasarla con los padres o con los tíos es algo agradable, pero es completamente hilarante ver a los familiares tratarse cuando solo están alrededor de alcohol y comida porque los otros días del año no pueden verse las caras.

Entonces puedo dar por concluida esta discusión diciendo que en verdad no puedo concebir como necesarias las fiestas, y no puedo dar por sentado el hecho de que cada vez nos hacemos más y más esclavos del sistema creyendo que el tiempo es dinero y los feriados también.