jueves, 4 de junio de 2009

A veces

Me puse a pensar hoy, y solo hoy, en la posibilidad de utilizar este espacio virtual para publicar pequeñas partes de la supuesta novela que estoy escribiendo. Me copié la idea de Proust y de Flaubert, como están muertos supongo que no tendrán tiempo de demandarme.

Creo que la publicación empezará probablemente en la próxima entrada que la verdad no puedo detrminar cuándo será gracias a la bendita universidad que consume todo mi tiempo de vida.


En fin, quiero contar una pequeña anécdota que de seguro a muchos les ha ocurrido, yo me sentí bastante conmovida e identificada cuando la escuché caminando por Paul de Beaudiez.


Me provocó darle un poco de contraste a la historia desde que me di cuenta que la estructura de mi blog es demasiado aburrida para ser verdad, supongo que la simplicidad no funciona en Internet.


Estaba caminando un domingo ,dígase entre la una y la una y media de la tarde, por la calle Paul de Beaudiez (San Isidro). Me detuve porque, para mi suerte, mi Converse me traicionó por completo desatando mis pasadores y en la casa del costado vi a dos niños y a una empleada.

El niño era un poco mayor que la niña y estaba jugando con la pelota, la niña tenía un triciclo y la empleada la ayudaba para que no se cayera.


-Mariela, ¿Podemos ir al parque?- Preguntó la niña.

-Ya, pero un rato porque tus papás se van a molestar ¿ya?-Respondió Mariela.

-Y, ¿Porqué quieres ir al parque? Seguro quieres ver a Antonio porque es tu enamorado.-Se entrometió pesadamente el niño.

-¡No! ¡Cállate! Mariela, dile que no me moleste.-Gritó la niña.

-Luis, no molestes a tu hermana-Le replicó Mariela.

-¡Andrea y Antonio son novios! ¡Andrea y Antonio son novios!-Intervino Luis.

-¡Shhht! ¡Cállate! Mariela, quiero ir a la casa, ya no quiero ir al parque-Dijo Andrea llorando.

-¿Ves Luis? ¿Por qué siempre tienes que fastidiar a tu hermana? Eres un cargoso.-Le reprochó Mariela.



Ambos niños entraron a su casa, la niña molestísima, el niño riendo y la empleada seguramente harta de ambos.

No sé a ustedes, pero a mí me hizo recordar un poco a mi infancia, cuando me gustaba un niño y había alguien que me molestaba, siempre era así.

Probablemente la empleada creyó que yo era una especie de sicópata porque, al momento de meter a los niños dentro de la casa volteó y descubrió que yo había estado parada viendo todo el espectáculo desde la otra acera. No me dijo nada, pero me miró algo severa.


El amor no cambia conforme a la edad ¿Cierto? Es a la única conclusión a la que pude llegar con certeza.