domingo, 10 de febrero de 2013

Recopilaciones

Hasta hace un par de horas, era la persona más sombría que un lunes en la madrugada (en ese entonces, domingo), podría tener. Como estaba tan aburrida y el insomnio me sigue asediando, decidí leer entradas antiguas de mi blog. Lo que descubrí fue algo inmensamente conmovedor: me vi reflejada en las etapas más cambiantes y complicadas, me vi a mí misma en innumerables situaciones, y me di cuenta que después de casi cuatro años, no he perdido la esencia que me caracteriza ni las preocupaciones que rondan mi cabeza hasta el día de hoy. Es realmente hermoso darse cuenta que uno ha mantenido quién es, por más que sea necesario el cambio y la madurez, cuando mantienes esas determinadas características que son solo tuyas sientes que eres alguien, que no estás perdido, y que estás llegando a conocerte. Tengo que admitir que esbocé varias sonrisas mientras leía los acontecimientos importantes y cómo me imponía ante ellos, como por ejemplo cuando la universidad me agobiaba con exámenes y cursos que no entendía (entre ellos, Biología), y cómo me apasionaba por pasarlos de alguna manera. Sigo siendo así, no me he perdido en el tedio de vivir sola en una ciudad mucho más liberal que la mía. O si no, cuando me ponía a escuchar trova y Los Beatles para encontrar una similitud temporal entre mis problemas de adolescente que borda la adultez, y las magníficas líricas terrenales de estos compositores. ¡O, sorpresa! Sigo haciéndolo.
Tengo las mismas dudas, los mismos miedos a quedarme sola, la misma desesperanza, el mismo odio por la rutina y los domingos desolados. ¿Quién diría que todavía los sueños me desconciertan, que aún sigo escribiendo poemas cuando veo el momento preciso?

Es realmente imponente saber que aún después de todo este tiempo, después de todos los cambios (físicos y mentales) que han ocurrido en mi persona, sigo siendo yo, pequeña y temerosa, miedosa y necia, soñadora e impulsiva, con un pie 5000000 kms por sobre la superficie lunar y otro pie en la estratósfera. Qué reconfortante es saber que a pesar de mucho, sigo siendo la misma persona de diez y seis años que comenzó a escribir este blog cuando iba a salir del colegio, y no sabía nada acerca de ese mundo exasperante y maravilloso que contiene la vida universitaria, que se manifiesta cuando uno crece.

Delirios somnolientos

Otra vez es domingo. Tengo que agregar que realmente no sé por qué razón decido escribir justamente estos últimos días. Hoy ha sido uno de esos insoportables lapsus de tiempo en los que he reflexionado demasiado acerca de todo; y cuando me refiero a todo, es a T-O-D-O ¡Qué insoportable resulta a veces pensar! ¿Por qué no puedo vivir como el grueso de las personas de mi edad, es decir ignorante y feliz? Le pondría un stand-by a mi cerebro, le diría algo así como: "Excedió el monto de pensamientos angustiantes y de crisis existenciales, y si lo continúa haciendo, debe saber que está extendiendo cheques sin fondo, lo que es considerado como delito federal hacia la tranquilidad física". De alguna manera, sé que mi cerebro obstinado no haría caso de esta advertencia y seguiría atormentándome como lo hace cada domingo en la noche. 

Es momento de recalcar que, definitivamente, estas circunstancias me permiten jugar con mi creatividad. Si tanto detesto los domingos, si me jode absolutamente sentir las calles desoladas, la necesidad patológica de echarme boca arriba a ver televisión, o de comer todo lo que no hice en la semana por seguir el típico pero engañoso: "El lunes empiezo la dieta", es por algo y ese je ne sais quoi debe ser explotado literariamente. Siempre digo que tengo proyectos, pero los dejo incompletos porque no encuentro la motivación para abusar de mi lasciva inspiración. Este tal vez sea diferente, o tal vez finalice como muchos otros: en dos páginas de un cuaderno, con borrones y jamás corregido. De cualquier manera, esto último que planeo será una recopilación de varios domingos a lo largo del tiempo, de cómo fue cambiando la percepción generacional de estos días, y por qué. Todo esto en capítulos cortos, que creo serán cuentos o relatos breves. Veamos cómo me va con esta aspiración mía, ojalá que al menos logre redactar un par de páginas. 

En una hora se acaba el domingo, y empieza el lunes, otra semana que tendrá su curso. La vida se me está haciendo cada día más corta.