jueves, 13 de febrero de 2014

Sutiles reflexiones sobre la melancolía

2. ¿Qué son, pues, esos sonidos? Melódicos, sin lugar a duda, entonces conforman una composición musical. No hay nada más patético que ser conmovido por una canción en un lugar público. 
Lo más terrible viene después, cuando la totalidad (sonido + letra) es acatada por algún hemisferio del cerebro que evoca, a su vez, algún recuerdo, o una época más "alegre", o tal vez a la historia de amor que aquel entonces intentó copiar la trama de las comedias de Shakespeare (léase "Mucho ruido y pocas nueces", no sin antes haber ojeado "Sueño de una noche de verano"),  y que ahora se reduce a un nefasto lloriqueo-por momentos, también a una terrible acidez estomacal - que suele ser manifestado alrededor de terceros.

Recordar es experimentar de nuevo, nunca con la exactitud de la primera vez, jamás de forma tangible (Hume estaría de acuerdo), sino intangible. Entonces, el verbo "recordar" es sostenido por una inmensa nostalgia de no poder materializar un recuerdo, de no poder volver a vivirlo. 

He ahí el porqué de la afirmación que sostiene a la asociación musical como una gran antagonista del cerebro humano. 

Sutiles reflexiones sobre la melancolía

1. No es la distancia, sino más bien el tiempo. El tiempo como una variable "X" o "Y", el tiempo y sus divisiones (horas,minutos, segundos, frames), el tiempo y los logros que éste promete. Entonces, la distancia no es el enemigo, sino más bien el tiempo.

Tiempo (otra vez), amigo íntimo del cambio, de la peor de las certidumbres, del inminente fin.