sábado, 22 de septiembre de 2012

En clase

Nos dieron 15 minutos y tres frases para crear una historia. Esto es lo mejor que pude hacer:

Desperté del letargo de una noche somnolienta con la cabeza palpitante y las sábanas rebosantes en sudor. Intenté recordar qué había soñado, y pude recuperar algunas imágenes: varios hombres reunidos en un tribunal, una mujer sosteniéndome los hombros, todos vestidos con largas túnicas azules que a penas dejaban ver sus extremidades.
Yo intentaba pararme, pero la mujer me contenía con fuerza mientras me susurraba al oído: "Se acabó, hoy por fin te unirás a nosotros", "¡No, me niego rotundamente! exclamé temeroso, lo que acarreó que dos hombres me aten a una silla.
Luego, empezó el tribunal, los hombres invocaban a ciertas divinidades que yo desconocía, y me bañaban con líquidos aceitosos. Pude distinguir en las palabras de uno de ellos que eran parte de la orden de los silexianos, adoradores del dios Abraxas, un dios que reúne la bondad y la maldad del mundo.Yo quería escapar, no entendía qué estaba sucediendo. 
De pronto, noté que uno de los hombres me estaba desatando mientras que los demás se imbuían en el rito acontecido. Me dijo: "Toma este prisma, y cuando se abra el techo para hacer pasar los primeros rayos del sol, ponlo a contra luz. Solo así escaparás". 
Cuando efectivamente abrieron el techo y pasaron algunas luces, elevé el prisma y toda la sala empezó a proyectar espejos, miles de ellos. Lo primero que excitó terriblemente a los silexianos fue el juego de espejos, se poseyeron, empezó a retumbar el caos y el descontrol. 
Logré escabullirme de aquel frenesí, y salí victoriosamente. Afuera me esperaba este hombre, alto, etéreo, mi liberador. Me miró, me analizó fijamente, se acercó a mí y me susurró: "Nos salvamos, y mañana aparecerá en los diarios". 
Todo se volvió oscuro y ahí estaba yo otra vez, en mi cuarto intentando descubrir si mi experiencia fue o no fue real. Me senté en el comedor, sentí un ruido y vi que el portero me dejaba el diario. No quise leerlo en ese momento, y hasta el día de hoy sigo sin leerlo. 

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