sábado, 22 de septiembre de 2012

Tardes

Hay tardes terriblemente adormecedoras, en las que el cuerpo se moldea al sofá y la mente se ensordece por el sonido intermitente de la televisión; Yo detesto esas tardes.
Odio los días de pereza, los días de sol en el claustro, el cambio de colores al atardecer, y el sinsabor de las horas reflexivas. 

Por otro lado, el afuera tampoco me llama la atención, solo hay un conglomerado resonante de personas sometidas al influjo de sus vidas. Yo también soy así, no me gusta reparar en lo que está a mi alrededor, sino que me gusta pensar, fantasear, crear pequeños cuentos en la parada de bus. 

Aún así, hoy es un día de absoluto reposo mental. No pretendo pensar, no pretendo discutir. 

No hay comentarios: