domingo, 25 de enero de 2009

Domingo


¿Por qué tiene que existir este día? Se puede decir que no hay nada que me deprima más que un domingo por la tarde, no sé si por que termina una semana o empieza otra, o tal vez porque hace muchos años, un día como hoy significaba alejarme de mi felicidad por tres días.

No se entiende mucho a qué me refiero exactamente, ¿Verdad? Pero podría decir que todo se debió a la bendita custodia compartida.


En serio, si hubiera una manera de saltar este día lo haría sin pensarlo, pero a fin de cuentas, pasa más rápido de lo que parece, sin notarlo, ya es lunes.

Todo lo malo que hice y todo lo bueno que no disfruté se refleja en cada pensamiento dominical y solo puede terminar al día siguiente.


Creo que sin darme cuenta he desarrollado un trauma, pero todo el mundo tiene uno y seguro hay unos con más razón que otros, aunque todos tienen validez en el ámbito personal.

Por ejemplo, escuché una historia medio bizarra de una señora cuya vida era prácticamente perfecta, había llegado a los cincuenta años, tenía dos lindos hijos y un maravilloso esposo. Parece que éstas dos cualidades no lograban que superara el miedo que más la atestaba: Salir a la terraza de su casa, ya que desarrolló un terrible trauma a que una ventisca de aire se la llevara volando y nunca más pudiera regresar.


Sí, nunca salía de su casa cuando había viento, nunca disfrutaba de una agradable tarde en su terraza y jamás hacía paseos. A simple vista parecerá algo ridículo, pero esto se desarrolló cuando era muy pequeña y, según me dicen, un huracán se llevó la vida de su nana, la persona a la que ella más quería. Desde ese momento no pudo enfrentar la vida con normalidad, y eso le quitó gran parte de su vida.


A su costado, mi "trauma" dominguero es un chancay de cincuenta céntimos y lo admito, pero aún así, me tortura como nadie se imagina y solo me queda cargar esta cruz. Estoy segura que Dios no hizo un séptimo día para que el hombre descansara, y si así fue, no es hoy.

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