jueves, 12 de febrero de 2009

Un súper híper cliché


Cuando creé este blog me dije que no iba a escribir sobre romances, chicos, desilusiones ni nada por el estilo, pero no sé porqué me provoca hacerlo en la entrada de hoy.

Quise recopilar mis experiencias (que no son muchas ni muy variadas) para llegar a una conclusión final que aún no consigo y probablemente me cueste unos pares de años lograrlo.

En fin, creo que antes tenía expectativas más altas sobre lo que llamaríamos "El novio", pero ahora me conformo simplemente con que no tenga deudas con la sociedad ni esté casado.


Para todas las mujeres enamoradizas, ilusionadas hasta el tope de la conciencia y terriblemente apaballadas por el espíritu juvenil, es hora que les diga que no existe el tal "Príncipe azul", no hay en este planeta ni una señal del "Hombre perfecto", solo existe lo que los ojos y la mente confabulan en ustedes.

Créanme por favor, es por su propio bien, si un chico parece ser perfecto en cada pequeña célula de su ser, DESAHUÉVENSE por que no lo es, es un espejismo.

Si les viene con la cantaleta de ser inteligente, gracioso, sociable, amigo del planeta y para empeorar las cosas, guapo, están en un serio problema porque se van a enamorar sin darse cuenta alguna y van a terminar cayendo en un ciclo sin final.


Duden, siempre duden del "Príncipe azul" que se presenta tan irresistible y termina siendo otra de miles de desilusiones que van a tener en la vida, ya no sé qué hacer para no caer en esto otra y otra vez, porque yo también me he equivocado.

¿Por qué no mejor un chico con conductas medio estrafalarias y dudosas?

Creo que es importante introducir un libro que siempre me va a encantar por cómo rompe con el prospecto de perfección y muestra un lado más humano de cómo puede ser el romance entre dos personas comunes y corrientes sin mucha belleza ni muchos talentos.


"Jane Eyre" de Charlotte Bronte, cuenta la historia de una institutriz cuya suerte le había jugado malas pasadas en la vida hasta que llegó a Thornfield, la propiedad del pudiente señor Rochester quien pidió sus servicios para instruir a su protegida Adéle.

Ninguno de los era dotado de una increíble belleza, es más, ambos eran muy poco agraciados físicamente y el señor Rochester era imprudente y de carácter duro, ¿Cómo podrían enamorarse estos dos individuos? Pues así sucedió, empezaron a entablar amistad y sin darse cuenta cayeron redonditos.


No lo he terminado de leer, pero es muy interesante, léanlo crédulas enamoradizas, para que vean que no es necesario un súper hombre para "entregarle el corazón", solo alguien que las entienda de tal manera que no sea necesario un Cómo ni un Porqué.

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